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Anamari Martínez “La educación técnico-profesional transforma sueños en realidades”

7 de octubre 2020

Soy hija de inmigrantes españoles que llegaron a Chile a ‘ganarse la vida’. Desde pequeña aprendí el valor del trabajo. Mi padre fue dueño de una panadería en Valparaíso y a las 5 de la mañana ya estaba en pie, todos los días. Siempre recordaba a sus hermanos y padres que habían quedado en España, y mi madre nos decía: ‘Valoremos el estar juntos como familia’. ¡Lo lograron! Hoy somos achoclonados, nos encanta estar juntos y entretenernos entre padres, hermanos, hijos y sobrinos.

Fui la primera de mi familia en llegar a la universidad y obtener el tan preciado ‘cartón’, que hizo orgullosos a mis padres. Tengo grabadas sus caras el día en que lo recibí. En la universidad tenía conciencia que era un privilegio estar ahí, por lo que me esforcé por jamás reprobar un ramo y ser ayudante de cátedra, sin dejar de participar en competencias deportivas. Recuerdo esa época con mucho sentido de la responsabilidad y a los 21 años ya era profesora jefa de un tercero medio.

Nunca he creído en los gurús, sino que creo que uno aprende de cada persona que conoce, por sencilla que sea. Llegué a Santiago hace más de 20 años, y mis dos trabajos han estado ligados a la educación. En ambos tuve jefes geniales. El que tengo hoy, Cristián Moreno, me ha enseñado en estos más de 13 años a ‘parar la moto’, a ser más reflexiva y paciente. Como soy ansiosa por resolver problemas rápido, antes interrumpía y me aceleraba, y él me dice ‘respira’. Esa simple palabra ha sido un aprendizaje fantástico.

Llevo muchos años trabajando en IPCHILE, uno de los cinco institutos profesionales presenciales más grande del país y con sedes en cuatro regiones. Tuve varios cargos antes de llegar a la rectoría. Este ‘ascenso paulatino’ me sirvió más que todos los conocimientos formales, porque me otorgó una visión integral de las instituciones de educación. La magia de la educación técnico-profesional es que transforma sueños en realidades. La gratuidad ha permitido que accedan personas que antes ni lo soñaron, y nuestra responsabilidad es que su formación sea integral y de calidad.

La pandemia, con todos sus efectos terribles, tuvo una contracara: permitió que emergieran maravillosas competencias y habilidades escondidas. El trabajo colaborativo del equipo permitió que nuestros más de 17 mil alumnos estudiaran online, sin suspender las actividades académicas. Nos adaptamos con becas, nuevos software y mejor tecnología. Ello nos ha permitido convalidar horas presenciales en carreras que son prácticas por naturaleza.

Muchos de nuestros alumnos son la primera generación de sus familias que optan por la educación superior. Ellos sueñan con un título para acceder a una mejor calidad de vida, pero mi experiencia me indica que su primera motivación es darles una inmensa satisfacción a sus padres. Ser lo que sus padres no pudieron, esa es la conexión emocional de esta pega, que la hace alucinante.

Valoro la integridad y la capacidad de adaptación. La primera te da entereza moral para enfrentar las dificultades; la segunda, te permite deshacerse de modelos convencionales y mirar de una manera positiva los escollos, buscando siempre formas para superarlos. Ambas son las cualidades que el mundo necesita hoy.

Fuente: http://portal.nexnews.cl/showN?valor=etv8o


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